La expropiación del trabajo y del cuerpo de las mujeresConvendría recordar que la situación de crisis que vivimos no sólo es económica y financiera, también es social, ecológica, alimentaria, de cuidados y de género. Por lo tanto convendría que tengamos muy presente que la situación actual es producto de un modelo económico que precariza la vida y que, en último término, como lo señala Amaia Pérez Orozco desde el ámbito de la economía ecofeminista, atenta contra la vida: «en un contexto en el que hay medios más que suficientes para garantizar unas condiciones de vida dignas, las vidas están continuamente amenazadas» (De vidas vivibles y producción imposible, 2012). De todas las crisis, los media sólo reflejan la crisis de la deuda, convirtiéndose ésta en un concepto cotidiano. Sin embargo, este concepto engloba una gran variedad de situaciones. Y también preceptos morales, como el casi obligatorio: una deuda siempre se debe saldar. Aunque no siempre sea así.
La más conocida es la deuda financiera, o sea, la deuda monetaria contraída con un banco por una familia, una empresa o un Estado. No obstante, existen otras deudas: la ecológica, la histórica, la de género. Al enarbolarlas, simbólicamente, visibilizan el hecho de que el capitalismo se desarrolla mediante el expolio y la explotación por parte de una minoría de la riqueza generada por la mayoría. Estas otras deudas no se pueden cuantificar y quizás no se podrán devolver jamás. Y a pesar de que son muy superiores a la deuda financiera, ni salen en los diarios ni se habla de ellas. Todavía son invisibles. Ante esta invisibilidad, hay muchas personas que luchan para que se tengan en cuenta, para que se reconozcan.
Una de estas deudas invisibles es la deuda de género, que es la que tiene la sociedad con las mujeres. Porque las mujeres son acreedoras, en particular, respecto al Estado y a las empresas, ya que son las que realizan el trabajo de cuidados que permite la reproducción de los trabajadores y trabajadoras. Aunque muchas mujeres tengan una doble jornada laboral, solamente se les reconoce una, la otra ni está socialmente reconocida ni es remunerada. Mientras vivamos en un patriarcado capitalista, la deuda con las mujeres no será reconocida ni, evidentemente, restituida.